Refundadores, por Antonio Alcaraz

“No se como aguantáis todo esto y os esforzáis tanto para nada. Lo mejor sería acabar con esta agonía del C.D. Castellón, crear otro club y empezar de cero. En nada estaríamos mejor”. Esa frase, o algo muy parecido, parece ser el denominador común de muchas conversaciones en el mundillo futbolístico castellonense. Los que siguen acudiendo a Castalia o declaran su amor al club lo han de hacer con la boca pequeña, casi pidiendo perdón, como los últimos de Filipinas o la cuadrilla de David Crockett en el mítico Álamo. Los que han cruzado el río Mijares hacia el sur asienten con gravedad, como si una refundación les diera finalmente una razón que quizás han buscado más que esperado.

La famosa refundación presenta dos preguntas básicas. ¿por qué? y ¿para qué?

El porqué de la refundación es quizás el más delicado. Es un dilema importante que amenaza con dinamitar la línea de flotación del aficionado al deporte. El futbol es pasión, identificación con unos colores, con una historia que se transmite de una generación a la siguiente. El futbol es esperanza, ilusión, y no se entiende sin la incondicionalidad. Uno es del equipo que es, independientemente de su situación, de la división en la que se encuentre y de su situación económica. Que el C.D. Castellón esté hundido en la cuarta categoría nacional y acosado por las deudas es muy triste, pero me pregunto si no es más triste dejarlo abandonado a su suerte, que por lo visto no es mucha, o peor, empujarlo vilmente hacia el precipicio con la excusa de tiempos mejores.

El para qué de la refundación es mucho más sencillo, pues hoy en día no tiene ningún sentido. El nuevo reglamento de la RFEF, que entró en vigor el 1 de julio de 2013, incluye ciertos supuestos objetivos que se contemplan en cada caso de ‘refundación’. De observarse “alguno” de ellos, se aplicará el traspaso de deuda. Los supuestos son los siguientes:

- Que dispute partidos en el mismo campo o terreno de juego, incluso en el supuesto de que variara su denominación.

- Que disponga del mismo domicilio social.

- Que alguno de los fundadores o directivos del nuevo club, lo fuera del club desaparecido.

- Que el club de nueva creación y el desaparecido tengan la misma estructura deportiva de base (equipos de cantera).

- Que utilice una equipación de juego igual o similar.

- Que utilice un escudo similar.

- En general, cualquier indicio que induzca a la confusión entre ambos clubes y cuando exista similitud o identidad objetiva y subjetiva entre ambos clubes.

Como es fácil concluir la polémica no tiene ningún sentido. Se nos pide que abandonemos el club que amamos y por el que luchamos por mal que esté, para crear un nuevo club que, con el objetivo de esquivar las deudas tenga que prescindir de historia, escudo, cantera, colores, estadio y cualquier resquicio sentimental que lo ate a su finado predecesor. Me pregunto si más que una oferta de un futuro mejor, lo que nos están ofreciendo no es una limpieza de un pasado incómodo, el que retrata a los responsables, por acción u omisión, del desmantelamiento criminal del C.D. Castellón.

Y concluyo “Da capo” que diría alguno. Cada conversación sobre refundación, ante la avalancha de argumentos que detalla el sinsentido, termina con un “si en el fondo a mi me da igual, haced lo que queráis”. Pues si te da igual no toques los cojones, hombre.