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Dos años de Sentimiento Albinegro, por Toni Alcaraz

Dos años han pasado ya. En algunos momentos parece un suspiro, un torbellino de acontecimientos vividos a velocidad de vértigo. En otros momentos parece una larga agonía, una dolorosa travesía del desierto que aun no sabemos si está del todo superada. Es el sino de la tragedia albinegra, tan cíclicamente puntual como aparentemente inevitable. Si algo se repetía en los primeros días de SA era que sólo queríamos sumar, que pretendíamos desarrollar y vitalizar un espacio entonces poco activo, el de los pequeños accionistas de una SAD tiranizada por unos propietarios indignos de una entidad casi centenaria, histórica y entrañable y enraizada en la sociedad castellonense de la que es símbolo indiscutible. El desafío era tan atractivo como complicado. Defender el orgullo del que sólo pretende sentarse en la grada y sentirse identificado con unos colores. Tender puentes, ser capaces de dialogar con cualquiera sin imponer, sin aleccionar, sin situarse en esa cómoda postura de criticarlo todo sin implicarse en nada, huyendo de polémicas estériles. Porque si algo sorprende del mundo del fútbol es la rotundidad y la certeza con la que se manejan todo tipo de personajes tan deseosos de imponer su criterio como incapaces de escuchar o tratar de comprender otros puntos de vista. Personajes que por mucho que se afanen en construir castillos de arena junto a la orilla son puntualmente devorados por el mar inmisericorde de la realidad.

Los principios no fueron fáciles. Para algunos era una iniciativa demasiado golosa para no querer apadrinarla. Para otros, acostumbrados a ser protagonistas y referentes, eran unos incomodos advenedizos sin pedigrí. Y para unos pocos era la semilla de un peligro real, el que finalmente les ha llevado al juzgado. Se puede decir que, ya desde el principio, SA no fue indiferente a casi nadie. Generó incondicionales tanto en un sentido como en el opuesto. Nunca fuimos ajenos a esa presión, la que quería condicionar nuestros movimientos, marcar nuestra agenda, modular nuestro discurso o directamente hacernos altavoces o marionetas de otros recurriendo a la inventiva o a la falsedad. Pero tampoco olvidamos a todos aquellos que siempre nos han apoyado, animado, respaldado y sobre todo respetado, estuvieran de acuerdo o no con nuestras posiciones.

El objetivo con que nació SA era mucho más profundo que aglutinar el descontento contra Castellnou 2005, era sentar las bases de un colectivo de accionistas y aficionados organizado y plural, que supiese alzar la voz con criterio e independencia, con conocimiento de causa, con serenidad, con la responsabilidad de trabajar críticamente pero siempre en positivo para el club, sin las presiones de la inmediatez del mundo del fútbol que olvida demasiado rápido la historia y que presiona para posicionarse inmediatamente ante cualquier suceso, se tenga la información suficiente o no. Si algo sorprendía, desde dentro, del grupo fundacional de SA era la enorme diversidad de personas y personalidades. Como en todos los colectivos, no era evidente que la suma de individualidades fuera un producto global equilibrado, plural y mejorado. Se podía fácilmente derivar hacia una jaula de grillos o hacia un modelo autoritario de estás conmigo o estás contra mí. Para crecer como grupo había que aprender a ceder, escuchar, comprender, ponerse en el lugar de otro, comportarse en un entorno en que las acciones individuales pueden comprometer a un colectivo. Evidentemente, esa catarsis interna ha tenido momentos delicados, decisiones difíciles, puntos de inflexión y algún impase que visto desde fuera, quizás ha sido poco comprensible. Afortunadamente siempre hemos podido contar, incluso en los peores momentos, con personas que quisieran unirse al grupo aportando una continua renovación con nuevas energías y nuevas visiones.

Dos años después creo que se puede decir que hemos sobrevivido a historias de todo tipo. A situaciones límite como huelgas de futbolistas, impagos, ridículos administrativos y descensos extradeportivos, a la incomprensible agresividad de los que confunden al discrepante con el enemigo, a la impotencia de no poder hacer más ante los manejos indignos de propietarios y aspirantes a ello, a la frustración ante la pasividad institucional que suponía un flagrante agravio frente a otros clubes de la comunidad y hasta a un desafortunadísimo intento de refundación al que nos opusimos frontalmente la famosa noche del Casino. Pero a pesar de nuestros muchos errores y algunos aciertos mantenemos la convicción de que nuestro objetivo fundacional sigue tan vigente como el primer día. Con la satisfacción de que se han dado pasos importantes, de que la actitud seria y responsable nos ha abierto muchas puertas. Con la motivación de que quedan muchas cosas por hacer y mejorar. Con la exigencia de que rindan cuentas quienes han llevado al club a la situación límite en que nos encontramos. Con la certeza de que toda ayuda será poca para nuestra causa y de que esto es una tarea que necesariamente debe implicar a todos los albinegros de buen corazón. Y con el orgullo de pensar que SA es la semilla de un proyecto de futuro que irá más allá de todos los que en un momento dado pasemos por su junta directiva.

En lo personal me gustaría hablar de gratitud hacia personas extraordinariamente genuinas y singulares. Personas que ofrecen gratuitamente lo mejor de sí mismos sacrificando horas de sueño, de descanso y de familia. Aguantando las embestidas de personajes siniestros o los besos en la mejilla de presuntos amigos, tragándose el orgullo personal por un beneficio colectivo o teniendo la valentía de seguir adelante incluso cuando eso llega a cuestionar su labor profesional. Personas que pese a su carácter discreto, son capaces de decir a los poderosos a la cara lo que otros guardan para un ruidoso pero inocuo repertorio de barra de bar. Personas que no necesitan el aplauso continuo ni dar a entender lo que saben y lo que podrían hacer si quisieran. Personas que no aspiran a ser más de lo que son. Simples aficionados que quieren vivir con pasión cada aspecto de su equipo.

Quizás el resumen de esta historia es el de la vida misma. Destruir y dividir es muy sencillo. Está al alcance de cualquiera. Basta un comentario calculadamente ambiguo para levantar la sombra de la sospecha o dar a entender, sin dar prueba alguna, que hay intereses ocultos tras las más nobles intenciones. Basta con anunciar futuras y revolucionarias revelaciones que nunca llegan pero que llenan titulares y el sediento ego de algunos. De hecho no hace falta ni ser malvado, basta con ser ingenuo, irresponsable o simplemente algo temerario. Porque construir y sumar es infinitamente más complicado y requiere otro tipo de personas. Con otras actitudes y aptitudes. Personas positivas, constructivas, leales, discretas, honorables, inteligentes y dignas de confianza. Y estos son los imprescindibles y por los que todo vale la pena. Sin ellos, este proyecto hubiera terminado hace tiempo.

Toni Alcaraz – Vicepresidente de SA

 

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